Por Raúl Díaz Berlanga
Nuestra
compleja y angustiada era, habla de desconfianza, de la duda, de
miedos, de falta de convicción, del deseo de no comprometerse con nada
ni con nadie, de hipocresía, de gran tensión por no querer aceptar la
verdad radical y de una gran dependencia a lo establecido, sobre todo a
la dependencia fanática y con tintes religiosos obsoletos que impiden el
crecimiento y desarrollo plenamente humano a lo largo y ancho de todo
el planeta...Y si algo faltara, el tema apasionante que interesa por
igual a varones y féminas, jóvenes y viejos, casados o solteros: LA
RELACION HOMBRE- MUJER. Binomio que define y caracteriza plenamente la
actitud de los seres humanos frente a la vida...
Se
dice que lo que acontece en el hogar, en la recámara de los padres, es
una mini proyección de lo que sucede dentro de una sociedad:
Incredulidad, dominio, coartación de la libertad, tomar ventajas, poca
solidaridad y respeto, odio, envidia, ambición, falta de sinceridad,
egoísmo, poca fe en el otro y muchas otras tantas cosas que obstaculizan
la obtención de alegría y placer en la gran mayoría de las parejas en
el mundo.
Al
parecer, los aspirantes a humanos, animales hombre y mujer, están
negados para ser otros o actuar de manera distinta a como lo han
practicado hasta la fecha: Discutiendo, armando conflictos, por casi
todo, y procurando colocarse por sobre los otros, se trate de hombres o
mujeres, no permitiendo soluciones participativas y compartidas ni
justas o democráticas, dejando a un lado las necesidades e intereses de
los demás, ya se trate de la familia o del país o de otras naciones. Es
por eso, que tanto hombres como mujeres están perdiendo la paciencia y
la tolerancia. Ya nadie escucha con interés lo que el otro dice, ni
tratan de identificarse con lo que le sucede al otro. Nadie está
dispuesto a mostrar su verdadera autenticidad, casi nadie, actúa con
profunda sinceridad. Las épocas del interés por los semejantes, por
penetrar dentro de ellos y sentir lo que les sucede para tratar de
comprenderlos, ha quedado muy atrás, ha quedado .casi, en el olvido. Lo
que sí puede descubrirse con gran facilidad en toda intercomunicación
entre semejantes, es el temor, el miedo a la soledad, a la inseguridad,
al aburrimiento, sensaciones de resentimiento y mucha, mucha culpa.
Entre
hombres y mujeres, cada día más, se cae en el absurdo de los insultos,
de las agresiones, de las revanchas, de las venganzas. Ya nadie juega
abiertamente, se vive de apariencias, de infidelidades entre ambos,
mismas que se dan a cada momento, todos los días. En este mundo, ya casi nadie, está dispuesto al desarme, todo es unilateral. Los
esfuerzos reconciliatorios se están agotando, nadie acepta argumentos
para mostrar otras salidas, simplemente porque se piensa que no habría
otra salida. La neurosis como
sinónimo de vida inútil es lo que prevalece en el entorno, es lo que
reina en nuestro mundo moderno, nadie puede engañarse de lo contrario.
En
este convulso mundo sabemos que no es factible caer en soluciones
simplistas o de tratar de hallar razones generales adecuadas como si de
recetas médicas se tratara, pero existen muchos factores que aún podrían
evitarse y con ello hacer hasta lo imposible por jugar abiertamente de
nueva cuenta de modo bilateral sin escatimar esfuerzo alguno con tal de
arreglar primeramente nuestros hogares, nuestras relaciones íntimas, y
con ello después, al mundo entero permitiendo que el sentimiento del
amor pudiese penetrar los caparazones de la soledad y aislamiento tanto
de unas como de los otros facilitando con ello el crecimiento conjunto
como si de dos hermosas plantas en floración se tratara, tomando su
fuerza de una misma tierra, sin disputas de uno hacia la otra y
viceversa. Eso sería lograr una relación productiva y madura que tanta falta está haciendo a la humanidad entera.
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