Por Rául Díaz Berlanga
¿Has visto llover?
El
sujeto levantó los ojos, miró hacia el cielo y en ese preciso momento,
retumbó un rayo que los dejos cegados por su destello.
¿ por qué me preguntas eso ?
-Mire
hacia allí, por favor-dijo, señalando.- Ya empieza a llover. Con un
rostro amable saludó a ,las primeras gotas y con una sonrisa les dio la
bienvenida.
-Sabe, las gotas de lluvia son besos.
- ¿Y las caricias?
- Ah! Esas son el agua evaporada de la lluvia que sube hasta el cielo.
-La
lluvia entonces es un acto de amor!- Ambos se quedaron muy
impresionados. Se mojaban en La Plaza Pública. Una estrella se
desprendía del firmamento, estaba enfrente de las nubes grises que
presagiaban una gran tormenta. Algún día todos nos adaptaremos a la
oscuridad, poco a poco. Mientras la luz obtenida, en èpocas tormentosas,
sea bienvenida y demos las gracias.
Nos
remontaremos a la infancia de los pueblos, al tiempo que nada se sabía,
en que todo era un misterio y lo inexplicable no se podía explicar más
que a través de ficciones y era así como se conocía la realidad.
Todos
los pueblos, de todos los tiempos le han rendido culto al sol. Sin
embargo el primer culto del que tenemos conocimiento es el referido al
fuego, aquellos hombres de las cavernas admiraba la llama de los
volcanes, los fuegos de los bosques, las fosforescencias de los
pastizales los efímeros fuegos de los pantanos y más adelante, el calor
humeante procedente del frotamiento de los trozos de madera o la
chispa que brotaba del choque de dos piedras. Pero, se preguntaban ¿Cómo
capturar esas llamas danzarinas, revoloteantes y espantadizas? ¿Cómo
llevarlas al hogar para dar calor y luz? .Esas llamas siempre se
agotaban y aunque volvían a aparecer aquí y allá misteriosamente volvían
a huir de manera continua y constante. ¿Quién enviaría ese fuego?-Se
preguntaban-.
Los
griegos cuentan que fueron ellos a través de un titán .Se dice que se
trataba de un dios creador. Noto que entre todos los seres vivientes no
había uno capaz de descubrir, estudiar, o utilizar las fuerzas de la
naturaleza. Alguien que pudiera establecer entre ellos el orden y la
armonía o descubrir la esencia de las cosas. Se cuenta que entonces ese
titán con barro hizo al hombre.
Un
día, una diosa le ofreció ayuda para perfeccionar su obra. El titán le
pidió entonces que lo condujera a las regiones celestes para
seleccionar, lo que mejor le conviniera a su creación ;así fue como ese
titán valeroso alcanzo el cielo de donde arrebato a los dioses el fuego
,elemento indispensable para los quehaceres humanos. Ese fuego fue
tomado del carro del sol, por eso su procedencia es divina y por eso
,todos los seres del planeta tierra somos hijos del sol.
También
cuentan ,que otra hermosa mujer visito al Titán, enviada por el padre
de los dioses, quien estaba muy irritado por el atentado cometido en el
cielo por el valeroso e intrépido joven. Aquella mujer llevaba como
obsequio una caja de regalo ,misma que no fue aceptada por el titán
,pero uno de sus hermanos se quedo con la hermosa mujer, la tomo como
esposa y la caja resulto ser fatal y al ser abierta, dejo escapar todos
los males que desde entonces aquejan al universo. Comentan los griegos
que hubo una diosa que no alcanzo a salir y quedo en la caja que se
cerro herméticamente como si de una esperanza para tanto mal, se
tratara.
El
padre de los dioses mando a castigar al valiente y arrojado titán,
encadenándolo a una roca para que una águila le devorara las entrañas
eternamente.
La
diosa que quedo oculta en la caja, cuentan, ha permitido a la humanidad
soportar todas las calamidades. El padre de los dioses, a fin de
cuentas ,mando a otro titán a liberar al primer portador del fuego
divino pues una vez traído a la tierra, permitía a los humanos,
comunicarse por el pensamiento con los dioses, rendirles tributo, y
abarcar con su inteligencia, no solo el mundo visible, sino también el
invisible. Y eso le agradò.
Los
corazones de todos los que recibíamos y recibimos la luz de nuestro
maestro, proferimos un gemido terrible que penetra hasta los huesos,
pero somos respetuosos de la dama de vestiduras vaporosas que
jugueteando con el viento y la lluvia, se detuvo en la plaza pública,
haciendo expansivas las siguientes palabras: “Esta es la última vez que
nos encontramos. Con esa convicción digo adiós”. Y nosotros te decimos a
ti maestro, amigo, faro en nuestras tinieblas, èpocas lluviosas y
tormentosas, muchas, muchas gracias por tu inmensa luz.
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